Descubriendo la ciudad de Luxemburgo

Intento mantener el billete entre mis manos mientras lucho contra Morfeo, nos hemos levantado muy temprano para aprovechar al máximo la visita a la ciudad de Luxemburgo y solo quiero que venga el revisor y dormir tranquilamente, pero este parece que no quiere venir. No lo puedo evitar y acabo por cerrar los ojos, son muchos días de viaje y un poco de sueño me vendrá bien…. Viente minutos más tarde el ruido de los pocos pasajeros que pueblan este tren que une Metz con Luxemburgo nos despierta, divisamos el fin de nuestro trayecto y el revisor aparentemente ha sido más perezoso que nosotros y ni siquiera se ha dignado a pasar.

Luxemburgo nos recibe con lluvia

trenes de Luxemburgo
Estación de trenes de Luxemburgo Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Luxemburgo, ese minúsculo ducado ubicado en el corazón de Europa, nos recibe con una de cal y otra de arena, por un lado nos ofrece a la vista su hermosa estación y por otro nos recibe con una copiosa lluvia y nosotros sin paraguas.

Desayunamos para ganar tiempo pero no cesa de llover, pero los elementos no nos pueden echar para atrás y aunque sea a los pocos vamos a intentar visitar la ciudad.

El centro histórico de Luxemburgo se ubica en lo alto de un desfiladero flanqueado por los ríos Alzette y Pétrusse, para acceder al mismo tenemos que cruzar varias avenidas del Garer Quartier, el cual está lleno de hoteles, oficinas y especialmente bancos, una de las principales actividades del país y que ha permitido a los habitantes del Gran Ducado gozar de uno de los niveles de vida más altos de Europa.

Mientras conversamos sobre la riqueza del país y su condición de «cuasi» paraíso fiscal, la calle se convierte en puente y Luxemburgo embellece con un imponente skyline que se alza al pie de un acantilado.

Una pequeña torre de Babel

A partir de ese momento nos adentramos en el acogedor centro histórico donde las voces y los idiomas se entremezclan; Luxemburgo es una auténtica torre de Babel ya que oficialmente se habla luxemburgués, alemán y francés, pero también es frecuente escuchar el portugués, ya que gran parte de la población procede de este país, o mismo el inglés ya que la ciudad acoge importantes edificios administrativos de la Unión Europea como el Tribunal de Justicia, el Tribunal de Cuentas o la Secretaría General del Parlamento Europeo entre otros.

Luxemburgo
Catedral de Luxemburgo Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

La lluvia es cruel e incómoda y mi amada cámara se queja de falta de uso, pero en un golpe de suerte vemos como abren las puertas de la catedral, Dios parece que despierta temprano y su calefacción es lo más parecido a la gloria divina. El templo católico es sencillo y sobresale por sus altos pináculos que rozan el cielo sirviendo de punto de referencia constante a quien camina por la ciudad.

Cogemos temperatura corporal pero pronto la perdemos en el corto camino que nos lleva hasta el Palacio Ducal, uno de los edificios más simbólicos del país y que sirve de residencia oficial del jerarca luxemburgués, el Gran Duque.

Palacio Ducal Luxemburgo
Palacio Ducal de Luxemburgo  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Hacemos una nueva parada en una chocolatería cercana, el objetivo era conseguir wifi (luego más tarde descubriríamos que hay wifi gratis en casi todas las calles) para ver que actividades se podrían hacer bajo cubierto; pero mientras degustábamos el sabor del cacao, la bombilla de las ideas se me encendió y se me ocurrió preguntarle a la encargada si tuvieran un paraguas de sobra (todas las tiendas estaban cerradas a esa hora y no podíamos comprar uno), ya que pensé que sería muy habitual que la gente se olvidase paraguas en las cafeterías; al rato la amable señora nos trajo un paraguas un pelín roto pero que nos salvaría el día.

Centro de mburgo
Calles del Centro de Luxemburgo  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Con paraguas la ciudad parece otra

Bajo al abrigo de nuestro nuevo paraguas, la ciudad ya nos empieza a gustar más, las calles peatonales del centro deslumbran con decenas de tiendas de lujo y un continuo movimiento de gente.

A lo largo de la ruta nos deslumbran sobre todo algunas plazas como la de Guillame II, la de Clairefontaine o la Place d´Armes, pero con todo el momento que nos gusta más Luxemburgo es cuando nos acercamos a los muros de la ciudad y sentimos como los distintos «quartiers» del ducado se expresan a través del desfiladero.

De esta hermoso panorama no podemos añadir al famoso puente Adolfo, una de las imágenes icónicas del país, pues está de reformas, pero si podemos advertir entre hermosos jardines el perfil de la torre de la antigua sede de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, una entidad supranacional que serviría de germen de la futura Unión Europea.

Una de las mejores visuales se obtiene de los restos de la antigua fortaleza del Bock, ya que permite advertir los barrios a pie de río, donde se arrejuntan algunos de los edificios más bellos de Luxemburgo.

Luxemburgo
Vista de la belleza de la ciudad de Luxemburgo con la torre de la antigua sede de la Comunidad del Acero y el Carbón al fondo  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Kirchberg y las sede de la Unión Europea

La lluvia escampa y nos permite más libertad de movimientos así que ponemos rumbo a Kirchberg, el barrio donde se concentran los principales edificios gubernamentales de la Unión Europea, así como varios edificios educacionales, centros comerciales y bancos.

El vecindario administrativo de Luxemburgo sigue el camino arquitectónico de otras sedes europeas y muestra una sucesión, insulsa por momentos, de edificios modernos que en actividad da trabajo a miles de funcionarios. Burócratas que en su tiempo libre pueden disfrutar de la música, en el imponente edificio de la filarmónica nacional, o del arte en el Mudam, uno de los principales museos del país; cerca de este último se encuentra el reconstruido Fort Thüngen, otro ejemplo de la formidable red de defensas de la ciudad.

Fort Thüngen
Fort Thüngen  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Luxemburgo por su posición estratégica se vio envuelto directa o indirectamente en muchos de los conflictos bélicos europeos, así jugó un papel estratégico muy importante durante la Batalla de las Ardenas, de hecho muchos de los fallecidos del bando norteamericano fueron enterrados en la ciudad, en un singular cementerio donde se combinan tumbas anónimas con las de auténticos héroes de guerra como la del famoso General Patton.

Nos dejamos caer por los caminos del bosque y acabamos a pie del río Alzzete, con sus pintorescos puentes y casas, cuyos tejados nos advierten de la dureza de los inviernos en Luxemburgo.

Luxemburgo
Casas a pie de río en Luxemburgo  Foto: Miguel Ángel Otero Soliño

Fin de viaje entre cervezas y buenos recuerdos

El día pasa y regresamos al centro, tenemos las piernas agotadas pero aún tenemos que hacer tiempo así que nos adentramos con calma en unos jardines que bordean el casco histórico; el agradable paseo termina a los píes de la moderna sinagoga, la cual guarda poco de la belleza de su predecesora que fue destruida en 1943 en plena represión nazí.

A partir de este momento nos perdemos entre calles residenciales, hasta alcanzar un bar lleno de gente local que disfruta de la tarde-noche entre cervezas; nos mimetizamos en el entorno y comentamos las anécdotas del día entre tragos de birra local. Pronto nuestro tren saldrá y nuestros pasos se alejaran de esta tierra, pero en ese momento nos convertimos en parte de Luxemburgo y la ciudad en parte nuestra, un tatuaje de espuma de cerveza que nos recordará para siempre aquel día lluvioso en que conocimos Luxemburgo.


Actualizado el 24 abril,2019.
Publicado por Miguel Ángel Otero Soliño

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.